domingo, 2 de septiembre de 2007

Privatizado sea tu nombre... porque el señor es mi aval, nada me habrá de faltar


Señor:

Perdóname por haber pecado, por haber embelesado mis pensamientos con la idea de justicia y dejado de lado tu Santa Enseñanza Viva, por haber insultado tus dogmas y verdades con la razón, el pensamiento y la libertad.

¡Pecadores aquellos que han osado cuestionar tu mandato, que han levantado banderas de lucha por la igualdad, amparados en su falso Dios, el Estado, para imponer un orden pagano y terrenal, lejos de la divinidad y tu santa voluntad! Es el demonio que, disfrazado de democracia, nos encamina al tortuoso camino de la promiscuidad, la libertad sexual, de pensamiento y de acción. ¡Sálvanos Señor de ser libres!

Ingenuos los que defienden la píldora, pues no saben que luego de ser destrozado por un milagroso aborto, ese niño se sentará junto a ti y si nace, como es tu voluntad, los sacerdotes, tus servidores en la tierra, lo recibirán y cuidarán, acariciarán y besarán, porque tú así lo has dispuesto.

Dichosos los que dicen defender la vida, pues serán salvados de enfrentar el infierno al pintar con sangre de cordero un pez en la puerta de su casa o firmar un cheque cada mes a tu casilla postal. Sus barrios no serán castigados con pequeñas casas de colores ni en sus clínicas azotará la peste de malvadas niñas endemoniadas rogando por la satánica píldora.

En estos días, donde la santísima trinidad ha sido reemplazada por los paganos tres poderes del Estado, protégenos de las tinieblas, la modernidad, las leyes y estado de derecho, ya que son estos pecados los que nos encaminan hacia el Apocalipsis, nos llevan hacia algún cambio en este sagrado orden social.

Padre, guía a tu pueblo santo hacia la Tierra Prometida, allí donde los espera la abundancia, los buenos colegios, las universidades y los futuros asegurados. Sólo la fe hacia ti abrirá las aguas de la clase media para dejar atrás la pobreza y que tu gente cruce hacia las seguras orillas de la elite; convierte el agua en whisky, defiéndenos de los impuestos y de la envidia del no pudiente, es decir, del no creyente.

¡Cuídanos Señor de los pobres! Esos demonios servidores de la delincuencia, la lujuria y la irresponsabilidad, porque no son dignos de entrar en mi casa y todo es por su culpa, su culpa, su maldita culpa. Perdona nuestras ofensas, así como nosotros olvidamos las nuestras y líbranos de la justicia, pagana invención de los condenados, falso ídolo de los traidores.

Alguna vez utilizaste dos tablas de piedra para entregar tu voluntad. Hoy, que los tiempos lo ameritan, son los diarios, radios y canales de televisión los que traen tu palabra y nos advierten de la progestinolipsis, el fin del mundo por causa de esa píldora maldita, que obliga, cegados por Satán, las políticas públicas y los demoniacos derechos humanos, que los de menos recursos osen tener opción, se atrevan a contradecir o alterar tu orden celestial

Escuchen infieles: ¡Dios no ha muerto! ¡El Señor se ha privatizado!. Sus vidas inmorales y nada santas los hicieron perder la opción de su palabra gratuita. Sólo los reales fieles, los hombres de fe y dinero de verdad son los aptos para recibir su benevolencia y perdón. Sólo aquellos que puedan pagar la moralidad y la santa vida serán premiados con milagros, como la multiplicación de los billetes y la abundancia divina. Sólo el pueblo elegido será salvado milagrosamente de las pestes durante la progestinolipsis, horribles castigos como las hijas adolescentes embarazadas, la drogadicción, el robo, la infidelidad, los impuestos,
los colegios malos, el hambre, las casas chubi, los campamentos, los hacinamientos y la cesantía.

Dios Santo, creador del dinero y de la guerra, gracias por lo que nos has dado, por habernos protegido de la evolución mental, que sólo conduce a los infieles hacia su destrucción y su condena. No nos dejes caer en tentación ni en DICOM, líbranos del mal.

Amen.