jueves, 10 de diciembre de 2009

Estado de Intemperancia


Lo primero es pedir disculpas por las molestias que devienen de un cambio de nombre. Es como cambiarse de casa, de teléfono, de mail, de sexo y no avisarle a nadie. Es obligar a la gente a realizar trámites molestos, latosos, e irrelevantes, como actualizar la lista de contactos, anotar un Gmail en vez de un Hotmail, o dejar de llamarte Pedro para empezar a decirte Yamilé, con su respectivo beso en la cara en vez de un apretón masculino.

Pero en esta ocasión lo vale. Fueron años de buscar un buen nombre que me llenara, que englobara un concepto, una idea. Tenía que ser un lugar amplio, pero que no perdiera el hilo de una serie de historias que si bien parecen al azar y antojadizas, no son más que el escamoteo de un libro, escenas de una película, palabras de una oración que está en proceso.

Todo partió con el “escri-viviendo”, que con el paso de los años se me hizo demasiado cursi, aunque no deja de verse entretenido, por eso aún lo conservo. Luego, “ynoeraunapipa” me pareció interesante y sugerente. Un nombre que plantea un desafío, que tiene una historia más allá de esas cinco palabras sin espacio entre ellas. Pero siento que pequé de pelotudo. Ese típico wueón que habla de cuestiones trilladas haciéndose el interesante. Y no es que no lo sea, pero no hay para qué hacerlo patente en una dirección electrónica.

¡Estado de Intemperancia! ¿No les suena genial? ¿Notan el juego de palabras? No pude evitarlo. Conversaba con una chica sobre un video poco digno de nuestras personas en una noche santiaguina cuando comenté lo divertido de su estado de intemperancia, refiriéndome a los efectos de los brebajes dionisiacos en la mente humana y el sistema nervioso central cuando vi esas tres palabras escritas. Pensé inmediatamente en este blog. Corrí por Internet para ver si a nadie se le había ocurrido y fui feliz cuando mi cambio de nombre fue aceptado. Lo había encontrado.

La intemperancia es la falta de Templanza, una de las cuatro virtudes cardinales, junto con la Justicia, la Fortaleza y la Prudencia. La templanza es la capacidad de manejar los impulsos que nos atraen a los placeres terrenales, es la razón sobre los instintos. Y es que esto se ha transformado en una misión complicada. Si no lo fuese, este blog no existiría, por lo de más.

Así que, ante la muerte del Estado-Nación y la dictadura del racionalismo y la vida moralista y políticamente correcta, bienvenidos al Estado de Intemperancia. Ensucie sus pies antes de entrar.

1 comentario:

Paulina Fernández Foucher dijo...

Creo que es un excelente nombre y un mejor estado... he aprendido a escuchar a mis impulsos y a hacerles caso y de eso no puedo arrepentirme.

Salud!