martes, 13 de abril de 2010

I hurt myself today...

Hace un par de semanas un primo chocó en moto y se quebró la clavícula. Pudo haber sido mucho peor. Volamos al sitio del accidente, porque él llamó para decir que estaba accidentado en algún lugar del camino a Lo Orozco, mas o menos a 40 minutos de mi casa, sin pode moverse y sin nadie que lo ayudara. Mientras salíamos de la carretera y entrábamos a ese camino de mierda, lleno de curvas y pendientes, no podía sacarme la cabeza la imagen de mi primo ahí botado, todo quebrado, quizá ya inconciente y quizá qué otra cosa.

Afortunadamente, la ambulancia y su señora llegaron antes que nosotros y no lo vimos si no hasta el hospital, con unos cuantos moretones, la clavícula rota y la frente magullada por los lentes que reventaron dentro del casco por el golpe que se dio en el suelo. Y digo afortunadamente porque pudo haber sido mucho peor, pudo haberse matado. Pero no, y va a vender la moto. Al final, el mayor problema fue explicarle a los pacos el por qué no tenía licencia. Claro, eso y la maldita venda que te ponen para que se te pegue el hueso de nuevo.

La famosa venda es como una mochila, un ocho en la espalda que te tira los hombros hacia atrás, para estar lo más derecho posible y que no te la puedes sacar hasta que se solucione la fractura, que varía entre el mes y las seis semanas. Eso para los afortunados, porque si la separación del hueso sobrepasa los dos centímetros, hay que operar y esa ya es otra historia. ¿Cómo lo sé? Porque yo también me fracturé la clavícula, dos años atrás.

Lo mío, claro está, fue mucho menos glamoroso, por decirlo de alguna forma. Jugaba mi primer partido de la temporada por la selección de fútbol de mi carrera y no llevaba en la cancha ni cinco minutos cuando fui a buscar una pelota y un tarado me hace una zancadilla y como si no le bastara con eso, cae sobre mí. Además de los moretones horribles, las heridas llenas de tierra y sangre y el brazo hinchado, me había quebrado la clavícula izquierda.

Me pasé todo un mes postrado, con la maldita venda que me acalambraba los hombros, el cuello y la espalda; que me cortaba la circulación de los brazos y me rompía las axilas porque mi enfermera personal (mi madre que es enfermera de verdad) la apretaba demasiado ya que tenía que estar, en sus palabras, “lo más derecho posible para que no te quede un cototo”. Las fracturas no duelen, a menos que uno las mueva mucho, pero la venda estaba para eso, para no moverse. Eran los moretones los que me hacían sufrir. Y claro, los calambres musculares por la tensión en los hombros y el cuello.

El accidente de mi primo me hizo recordar mi clavícula, y mi clavícula me hizo recordar la infinidad de cosas que me han pasado. Me he quebrado el antebrazo izquierdo dos veces, ambos huesos, y en ambos ocasiones fue jugando fútbol. Cuando era pequeño, me electrocuté con un Nintendo que enchufé mal y la palma de mi mano izquierda aún muestra la señales de eso. Me mordió la pierna el perro de mi vecino, dejándome un colmillo de proporciones en medio de mi gemelo derecho, con los puntos y las inyecciones correspondientes. Aunque lo mejor de esa historia es que el perro (que se llamaba Dinky), se murió unos pocos días después, envenenado por mí sangre.

Antes de cumplir los diez años ya me había metido una piedra en la oreja, me había tragado una moneda y me había corcheteado el dedo gordo de la mano. Era sin duda un amor de niño. Sumándole a eso las clásicas peladas de rodilla, cabezazos varios, uno que otro puñete en la cara, esguinces y luxaciones, normales en la vida de alguien que alguna vez fue deportista, algo sabía ya acerca del dolor. Pero nada, absolutamente nada fue más terrible que el dolor que me causaron dos malditos dientes… Ni se imaginan lo que les voy a contar.


3 comentarios:

keno dijo...

seleccion de futbol de la universidad???, no te agrandi po, descarado, aprende a salir jugando primero

ToÑo dijo...

jajajaj cierto, fe de erratas, lo voy a cambiar

Paz · dijo...

I hurt myself today... me gusta ese tema.. ad hoc al proceso corta venas..

salute toñoño!